Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotes en la época del aire. Oíamos allá abajo el rumor viviente del pueblo mientras estábamos encima de él, arriba de la loma, en tanto se nos iba el hilo de cáñamo arrastrado por el viento. 'Ayúdame, Susana'. Y unas manos suaves se apretaban a nuestras manos. 'Suelta más hilo'.
El aire nos hacía reír, juntaba la mirada de nuestros ojos, mientras el hilo corría entre los dedos detrás del viento, hasta que se rompía con un leve crujido como si hubiera sido trozado por las alas de algún pájaro. Y allá arriba, él pájaro de papel caía en maromas arrastrando su cola de hilacho, perdiéndose en el verdor de la tierra.
Tus labios estaban mojados como si los hubiera besado el rocío. (Pedro Páramo)
No hace mucho hice una incursión a mi Comala idílico. Todo empezó con una llamada telefónica, me encontré al otro lado a María (nombre ficticio), mi primera novia. Enseguida la reconocí a pesar de que hacía más de veinte años que no hablaba con ella. Dos meses más tarde ya estaba cenando con ella en Barcelona. Después de muchas horas hablando nos recogimos cada uno a nuestro sitio, yo me fuí al hotel. Esa noche no pude dormir recordando nuestra historia, una historia de amor-odio.
Yo tenía trece años cuando ella vino a pasar el verano a Tenerife. La primera vez que la ví me sentí enseguida atraido por ella. En poco tiempo empezamos a salir. Fue un verano maravilloso, dos fantásticos meses, fue en aquellos días cuando descubrí la ternura de sus besos. Cuando el verano se terminó ella regresó a su Doností, pero seguimos en contacto. Lo nuestro se convirtió en una relación a distancia, todas las semanas hablábamos por teléfono y nos escribíamos muy a menudo. Fue, sobretodo, con las cartas como aprendí a abrirme y a confiarle todos mis sentimientos.
El año pasó y nos volvimos a ver. Aunque ese verano también fue maravilloso, tuvimos nuestras primeras discusiones. Fue cuando empezamos los dos a pensar que el otro era ya de nuestra propiedad. Me empezó a reprochar que saliese por la noche mientras ella se tenía que recoger pronto a su apartamento. Y yo le reprochaba por no pasar más tiempo juntos por mi ansia de aprovechar el verano. Aún así, nuestras salidas seguían siendo cada vez más mágicas.
El verano acabó, mantuvimos nuestra relación a distancia, y empezó el siguiente verano. Yo no pude imaginar que ese verano terminaría nuestra relación. Todavía no sé muy bien cómo ocurrió, sólo sé que cada vez más nos reprochábamos más cosas. Un día tuvimos una fuerte discusión y ella me dejó. Luego, recuerdo como se me caía el mundo encima cada vez que la veía, cuando me mostraba indiferencia y, sobretodo, cuando la veía con otro. Un día me pidió volver, pero en mí había crecido un fuerte rencor, era tan grande que aunque no voy a contar todas la cosas que le dije, pero sí que fueron suficientes para terminar definitivamente con nuestra relación. Hasta ese momento había creado una barrera dentro de mí, para no llorar, y lo había conseguido. Pero, después de esta última discusión, y cuando me dí cuenta de lo definitivo que era, me entró una fuerte melancolía, y un día aparecí en las rocas de la playa llorando como un descosido.
Mi vida continuó, conocí nuevas chicas, y la olvidé, bueno, casi la olvidé. Mis sentimientos fueron cambiando, esos sentimientos de amor-odio desaparecieron, y se convirtieron en añoranza de aquellos días. Algunas veces la recordaba y terminaba idealizando lo que fue nuestra relación, y es que nunca había abierto mi corazón tanto como lo hice con ella.
En el hotel mientras pensaba en ella, me sentía triste porque ella ya no era la misma quinceañera, se había convertido en una madre ya cerca de los cuarenta. Y es que aquella magia que yo añoraba había desaparecido.
Ahora pienso que aquel reencuentro no fue una buena idea. Desapareció aquel recuerdo tierno y hermoso. Por eso, un día escribí un poema, “es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación", que terminaba así:
Me reencontré con otra.
Ni siquiera era ya mi recuerdo,
ya no era mío, me lo arrebató el reencuentro.
Desapareció lo mejor, aquel beso tierno.
Wooow por fin logro entender el sentido de la frase. Gracias, hermosa historia
ResponderEliminar